martes, 24 de septiembre de 2013

El crimen de La Venus de Valencia




R. Pérez Barredo
 Diario de Burgos.es
Domingo, 09 de mayo de 2010
Jamás había amartillado aquella pistola de bolsillo del calibre 6,35, pero Juan Arce, de 36 años y natural de Villasandino, no dudó en tomarla cuando, ya bastante bebido e irritado, hizo un alto en casa para coger algo de dinero que seguir gastando en las tabernas de la ciudad. Tal vez no fue un acto reflejo, sino algo meditado días antes, cuando se sintió despechado por la mujer de la que se había enamorado arrebatadamente. Ella se llamaba Carmen Jimeno y desde hacía varias semanas era la rutilante estrella del Kursaal Novedades, local de varietés de la calle Sombrerería, que la anunciaba como "La venus de Valencia". La canzonetista había llegado a Burgos avalada por la fama de su belleza, con la que ya había iluminado los cabarés de media España. El Kursaal Novedades, que había vivido mejores tiempos, recurrió a sus servicios. Y el reclamo funcionó: desde su llegada, casi todas las noches se llenó de clientes ávidos por contemplar el turbador espectáculo que ofrecía la joven bailarina.
Juan Arce había sido uno de ellos. Pero, sin duda, el más especial. No en vano, de todos los pretendientes que desde el primer día se decidieron a cortejar a la muchacha, él fue el más afortunado. Ambos intimaron rápidamente, e incluso el burgalés fue del agrado de la madre de la joven, que siempre estaba con ella. Comieron y cenaron varios días juntos, e incluso las invitó a una excursión por tierras palentinas, en cuya capital llegaron a hacer noche. Pero aquella naciente felicidad habría de durar bien poco. En la siguiente cita tanto la madre como la hija se mostraron distantes, y educadamente declinaron aceptar más invitaciones.
Esa misma noche Juan Arce intentó violentamente acceder en su camerino, lo que provocó su expulsión del local. Pero no quiso darse por vencido. Pocas noches después hizo su entrada en el cabaré bien avanzada la noche. Lo que vio no le gustó nada. Carmen exhibía su sensualidad sobre el escenario, haciendo carantoñas a los presentes. Su trabajo, en suma. El hombre sintió un colérico ataque de celos, que se multiplicaron cuando comprobó que ella le ignoraba o le hacía el mismo caso que a los demás. Intentó trabar conversación, mostrarse obsequioso, obteniendo por toda respuesta el metal helado de su indiferencia.

Contrariado, hecho un energúmeno, salió del Kursaal a beberse la noche. Deambuló por tugurios y cantinas, y estaba ya como un odre cuando fue a casa, cogió el dinero y la pistola, y volvió a salir. A tenor de su actuación pocos minutos después es de imaginar que, de nuevo en la calle, estaba resuelto a cometer la fechoría. Eran cerca de las cuatro de la madrugada del 23 de julio de 1935 cuando regresó al Kursaal. Se sentó a una mesa y solicitó al barman una botella de champán. Apenas probó el espumoso. "La Venus de la Valencia" bailaba cariñosamente a esa hora con un industrial de la plaza, Esteban de la Fuente.
Empuñando la pistola, que había camuflado en su bolsillo, Arce se levantó airado, tambaleándose, y le disparó a Carmen dos tiros por la espalda. Los siguientes fueron para su acompañante. El último se lo reservó para él. El caos se apoderó de la sala, y pronto llegaron los guardias de asalto para prender al homicida, cuyo intento de suicidio había resultado frustrado: apenas estaba herido.

Efectivos sanitarias evacuaron a la pareja agredida a la Casa de Socorro. Nada pudo hacerse por la vida de Carmen, que se extinguió sin remedio: una de las dos balas le había atravesado el corazón. Por fortuna, De la Fuente salvó la vida después de remontar su inicial estado de gravedad y de una larga convalecencia.

El crimen conmocionó a la sociedad burgalesa, que también dio muestras de una morbosa curiosidad: el depósito de cadáveres recibió multitud de visitas, sobre todo de mujeres interesadas en comprobar la belleza ya para siempre ajada e inerte de la bailarina. "La Venus de Valencia" fue amortajada con sus mejores galas en un féretro blanco y sepultada en el viejo cementerio capitalino. Su asesino ingresó en prisión. El Kursaal Novedades fue clausurado temporalmente. Jamás volvió a abrir sus puertas.